¡Terminó el Ramadán! Así es, el pasado martes 5 de julio, Dubai se despidió del mes del Ramadán y dio la bienvenida al Shawwal, décimo mes del calendario lunar musulmán.

Como es tradición, el Shawwal comienza con una festividad de tres días conocida como Eid Al Fitr, durante la cual no se trabaja. Sin embargo, como en esta ocasión el fin de semana estaba tan cerca, se declaró un puente largo de cuatro días para el sector privado y un puente de cinco días para el sector público. Así que ya se imaginarán el ambiente de fiesta que se vivió esta última semana: los restaurantes que estuvieron cerrados durante el Ramadán, volvieron a abrir sus puertas con menús especiales para festejar el fin del ayuno; se volvió a escuchar música en los centros comerciales y tiendas; la gente volvió a caminar en público comiendo helados o tomando alguna bebida (en lo personal esto es lo que más extrañaba jaja). En pocas palabras, la gente regresó a la vida “normal”.

Bueno, creo que la frase ‘regresar a la vida normal’, no se puede generalizar, pues para algunas personas este Ramadán alteró sus vidas de la mejor manera posible.

Como les adelanté en la entrada pasada, mucha gente se vio involucrada en el movimiento Ramadan Sharing Fridges (Compartiendo refrigeradores durante Ramadán), que empezó por iniciativa de una ama de casa quien instaló en su cochera un refrigerador con comida gratis para los trabajadores de la zona. De boca en boca su iniciativa se fue multiplicando hasta que se creó un grupo en Facebook que al día de hoy tiene 29,000 miembros y que ha logrado la instalación de más de cincuenta refrigeradores en Dubai, Sharjah y Abu Dhabi. Los refrigeradores se han instalado en casas, edificios de departamentos, algunas oficinas, mezquitas y casas club de condominios. La mayoría son refrigeradores donados por familias, mientras que otros han sido donados por tiendas departamentales. De igual manera, toda la comida y bebida con la que se llenan viene de donaciones de cualquier persona o empresa.

En lo personal, creo que nunca había sentido tanta gratificación en ayudar. En el edificio de departamentos donde vivimos no hay refrigerador, por lo que me tocaba donar en refrigeradores de la zona. Leí en el grupo de Facebook que la mejor hora para donar era después de las 6:00 pm, cerca de la hora en la que se rompe el ayuno y cuando la mayoría de los trabajadores terminan su turno, así que un día fui a donar alrededor de las 6:30 de la tarde. Cuando llegué, ya había trabajadores esperando comida, pues el refrigerador estaba vacío. ¡Nunca imaginé que fueran tantos! A pesar de estar cansados de una larga jornada laboral aguantando temperaturas de 40+ grados, varios de ellos se acercaron a ayudarme a cargar las bolsas y a meter la comida al refrigerador (algunos iban descalzos). No dejaban de dar las gracias en el proceso. ¡Representa tan poco para nosotros ayudar y tanto para ellos!

Pero creo que mi experiencia no se compara en nada con aquella de las familias que en sus casas instalaron refrigeradores. Muchos de los integrantes del grupo de Facebook compartían sus experiencias como anfitriones de refrigeradores. En una de esas reflexiones, una señora compartió el caso de un señor que regularmente iba a llenar su refrigerador a pesar de llevar tres meses sin trabajo. En otro post, otra señora cuenta que le tocó ver a un trabajador dejar un paquete de pan árabe en sustitución de la comida que sacó, a pesar de que en la puerta del refrigerador estaba el letrero de “comida gratis”. Alguien más cuenta sobre una niña que cada semana iba con su mamá al refrigerador de su comunidad, a donar sus paletas de Hello Kitty favoritas.

Estas y más historias inspiradoras y el haber vivido de cerca la experiencia Ramadan sharing fridges, me demostró el poder de unión de la gente a pesar de vivir en una ciudad multicultural como Dubai. No importa que no hablemos el mismo idioma, que tengamos diferentes costumbres o que profesemos distintas religiones. La gente aquí se unió por una causa que es común en todas partes y que es ayudar al otro. La vida de todas aquellas personas que de una u otra forma se involucraron en el movimiento, cambió durante este Ramadán. La gente quedó tan satisfecha de ayudar, que muchos refrigeradores van a seguir instalados durante todo el año. Imagínense el cambio de vida que representa esto para las familias anfitrionas, para los donadores y sobre todo para los trabajadores.

Sin lugar a dudas, mi primer Ramadán en Dubai ha sido una de las mejores experiencias de solidaridad que he vivido y regresar a la normalidad no va a ser posible.

¡Gracias por leer!

DyP