Así como en el catolicismo existe la Cuaresma, en el islam hay un mes muy similar: Ramadán. Cada año, en el noveno mes del calendario Islámico conocido como Ramadán, millones de musulmanes se unen a la práctica del mes más estricto en su religión. Este es el mes en el que el Corán fue revelado al profeta Maoma (Muhammed) y se considera el más sagrado de su calendario. Desde el amanecer hasta el atardecer deben practicar el ayuno y hacer acciones buenas recompensadas por Allah (thawab). Además de esto, durante las horas de ayuno tienen prohibido tomar agua, mentir, hablar mal a espaldas del prójimo y tener relaciones sexuales. La inobservancia de estas acciones antes del iftar (momento en el que se termina el ayuno), rompe el ayuno y se considera un pecado grave.
¿Cuándo empieza y cuándo termina?
Cada año, el Ramadán cae en diferente mes pues depende de las fases de la luna. Y aunque en la mayoría de los países musulmanes los días corren conforme al calendario gregoriano (el calendario que se usa en casi todo el mundo), para términos religiosos se emplea el calendario islámico. Éste consta de 12 meses con 29 o 30 días. Si la luna creciente se ve después del atardecer en el día 29, entonces el día siguiente será el primer día del nuevo mes. Si no se observa la luna, se agrega un nuevo día al mes – el número 30. Así pues, este año el Ramadán empezará el 23 o el 24 de abril (del calendario gregoriano) y concluirá 29 o 30 días después, es decir, el 23 o 24 de mayo. En los casi cinco años que hemos estado en Dubái, nos ha tocado vivir el Ramadán en los meses de mayo, junio, julio y agosto.
¿Cómo se vive la práctica del Ramadán?
El día empieza con el sohur alrededor de las cuatro de la mañana, hora en que los musulmanes pueden comer todo lo que quieran antes de ayunar. Tienen hasta las cinco de la mañana para alimentarse, pues a esa hora es el llamado para la primera oración del día que a su vez marca el inicio del ayuno. El día transcurre normal salvo por el hecho de que no pueden beber agua ni tomar alimento, además de que deben prestar atención a cada acción que hagan en su día, pues cualquier acción mala puede romper el ayuno antes de tiempo y hacerlos entrar en pecado. Igualmente, deben hacer thawab durante el día; es decir, acciones buenas. Entre más thawab haga una persona en su vida, es mejor ante los ojos de Allah. Y en Ramadán, cada thawab que se haga cuenta por dos. Aunque en general la vida transcurre normalmente, en las ciudades musulmanas como Dubái, el ritmo de vida baja durante el día. Muchas oficinas cierran temprano o trabajan medio día. El tráfico disminuye, no se escucha música en ningún centro comercial, y todos los restaurantes están cubiertos por cortinas negras como forma de respeto para quienes están ayunando (en teoría, todos los musulmanes deberían ayunar, así que no se permite la entrada de musulmanes a restaurantes). Pero tan pronto se mete el Sol, la energía de la ciudad vuelve a la vida. Los centros comerciales se llenan de gente; la música regresa a diferentes etablecimientos y los restaurantes abren sus puertas ofreciendo menús iftar para todos. Les sorpenderá saber que durante el Ramadán y al menos en Dubái, los centros comerciales cierran hasta las 2:00 de la mañana.
¿Quiénes están obligados a ayunar?
El ayuno durante Ramadán es uno de los cinco pilares del Islam, por lo que es una práctica obligatoria para todos los musulmanes. Sin embargo, hay ciertas personas que están excentas de ayunar y que deben reponer esos días que no ayunaron más adelante en el año. Por ejemplo, los enfermos; mujeres embarazadas; mujeres que están amamantando a sus hijos, o aquellas que tienen su periodo. Tampoco están obligados a ayunar los niños a menos que ya hayan alcanzado la pubertad. Sin embargo, muchos niños pequeños deciden practicar medio ayuno porque quieren sentirse grandes y participar del espíritu festivo de la ocasión. Y es que el Ramadán, en cuanto a sentimiento festivo, es más parecido al mes de diciembre para los católicos que a la Cuaresma, por ejemplo. Así como se siente un ambiente de alegría y anticipación cada día de diciembre hasta la llegada de Navidad, lo mismo sucede con los musulmanes durante el mes de Ramadán. Es un mes de celebración en el que al final de cada día y si es posible, las familias se reúnen para juntos romper el ayuno con dátiles y agua antes de pasar a rezar y cenar. Los fines de semana las familias y amigos se juntan y se celebran iftars multitudinarios en los que las puertas de las casas siempre están abiertas para quienes quieran unirse. Y cuando llega el último día de Ramadán, se declara fiesta nacional durante tres días hábiles. Fuera del contexto familiar, los restaurantes ofrecen todos los días menús iftar para residentes y turistas. En las revistas culinarias y de entretenimiento de Dubái se anuncian cada semana los mejores iftars de la ciudad. Y aunque cada menú es diferente dependiendo del tipo de cocina, lo que es común a todos es que nada más llegar, reciben al comensal con dátiles y agua para posteriormente empezar con el menú especial. Como católica, es muy interesante vivir las similitudes y diferencias entre la Cuaresma y el Ramadán. Aunque en esencia son muy parecidas en cuanto al sacrificio, la caridad y la oración, en la práctica son muy diferentes – desde el sentimiento festivo de cada día hasta la rigurosidad del ayuno diario. Vivir este contraste de cerca es una experiencia invaluable que me permite admirar, reflexionar y reconocer el valor de las tradiciones en cada una de las religiones. *Una versión editada de este post fue publicado en el periódico El Informador, el 12 de abril de 2020.